El secreto de la tortuga
“Antiguamente había una hermosa y
joven tortuga, tenía 7 años y
acababa de empezar el colegio. Su nombre era Pequeña Tortuga. A ella no le gustaba mucho
ir al cole, prefería estar en casa con su hermano menor y con su madre. No le gustaba aprender cosas en el colegio, ella quería
correr, jugar… era demasiado difícil y pesado hacer fichas y copiar de la pizarra, o participar en
algunas de las
actividades. No le gustaba escuchar al profesor, era más divertido hacer ruidos de motores de
coches que algunas de las cosas que el
profesor contaba, y nunca recordaba que no los tenía que hacer.
A ella lo que le gustaba era ir
enredando con los demás
niños,
meterse con ellos, gastarles bromas. Así que el colegio para ella era un poco duro.
Cada día en el camino hacia el
colegio se decía a si misma que lo haría lo mejor posible para no meterse con ellos. Pero a pesar de esto
era fácil que algo o alguien la descontrolara, y al final siempre acababa enfadada, o se peleaba, o le
castigaban. “Siempre metida en líos”
pensaba “como siga así voy a odiar al colegio y a todos.” Y la Tortuga lo pasaba muy pero que muy
mal.
Un día de los que peor se sentía, encontró a la más grande y
vieja Tortuga que ella hubiera podido
imaginar. Era un vieja Tortuga que tenía más de doscientos años y era tan grande como una
montaña. La Pequeña Tortuga le hablaba con una vocecita tímida porque estaba
algo asustada de la enorme
tortuga. Pero la vieja tortuga era tan amble como grande y estaba muy dispuesta a ayudarla:
-
“¡Oye! ¡Aquí!” dijo con su potente voz, “Te contaré un secreto. ¿Tú no te das cuenta
que la solución a tus problemas
la llevas encima de ti?”.
La Pequeña Tortuga no sabia de lo que estaba hablando.
-
“¡Tu caparazón!” le decía “¿para qué tienes tu concha? Tú te puedes esconder en tu
concha siempre que tengas sentimientos
de rabia, de ira, siempre que tengas ganas de romper, de gritar, de pegar…Cuando estés en tu
concha puedes descansar un
momento, hasta que ya no te sientas tan enfadad. Así la próxima vez que te enfades ¡Métete
en tu concha!
A la Pequeña Tortuga le gustó la idea, y estaba
muy contenta de intentar este nuevo secreto en la escuela.
Al día siguiente ya lo puso en
práctica. De repente un niño que estaba cerca de ella accidentalmente le dio un golpe en la
espalda. Empezó a
sentirse enfadada y estuvo a punto de perder sus nervios y devolverle el golpe, cuando, de
pronto recordó lo que la vieja tortuga le había dicho. Se sujetó los brazos,
piernas y cabeza, tan rápido como un
rayo, y se mantuvo quieta hasta que se le pasó el enfado. Le gustó mucho lo bien que estaba en su
concha, donde nadie le podía molestar.
Cuando salió, se sorprendió de
encontrarse a su profesor
sonriéndole, contento y orgulloso de ella. Continuó usando su
secreto el resto del año. Lo utilizaba siempre que alguien
o algo le molestaba, y también cuando
ella quería pegar o discutir con alguien.
Cuando logró actuar de esta forma tan diferente, se sintió muy
contenta en clase, todo el mundo le admiraba y querían saber cuál era su mágico secreto”
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¡Qué ricas palabras! Gracias, en cuanto las digiera salen publicadas, jejejeje